Decoración cerámica.
La decoración es algo muy personal y, por lo tanto, existe un sinfín  de posibilidades de ornamentar nuestras obras, aunque cada ceramista trata de  imprimir carácter a su obra, eligiendo y evolucionando en una de ellas.
  
 Debemos prever como va a ser la decoración, tratando que forme parte  de la obra misma, constituyendo un conjunto armónico. Según en que  estado o en que fase de la ejecución de la obra quiera hacerse la decoración,  se pueden aplicar varios métodos, a saber:
- Decoración sobre la  pasta húmeda.
 - Decoración sobre pasta semi seca, con la dureza  de cuero.
 - Decoración bajo cubierta.
 - Decoración sobre cubierta.
 - Decoración empleando atmósferas reductoras:  el rakú.
 - Decoración  por medio de engobes.
 
Tanto si se escoge un proceso como otro, la decoración tiene una finalidad  única: la de subrayar la forma de tal manera que las dos cosas unidas formen un  conjunto armónico.
 Todos y cada uno poseemos un temperamento distinto  por lo que, la técnica decorativa que vaya bien a uno, es posible que resulte  inviable para otros, por lo que, cada uno de nosotros debemos encontrar aquellas  técnicas en las que nos encontremos cómodos y podamos llegar a dominar, para ello  se necesita práctica, aunque siempre resulta motivador el terreno de la experimentación.
Por otra parte, hay quien emplean algunos tipos de decoración para enmascarar  formas poco graciosas o malogradas.
 De los expertos y grandes maestros,  debemos sacar enseñanzas y quedarnos con lo esencial: la simplicidad. Muchas  de las decoraciones de gran tradición histórica, tienen un carácter casi abstracto.  A este proceso de simplificación se llega, porque, estos motivos tradicionales,  al ser repetidos tantas veces por todas las generaciones, con el tiempo, han sufrido,  inconscientemente, unos cambios que, el que lo ejecuta, ha perdido el significado  de los rasgos que imprime o dibuja.
Esmaltes y barnices.
En cerámica, se denomina cubierta al proceso final que tiene como objetivo tapar  el poro de la materia cerámica, dotándola de impermeabilidad y añadiéndole belleza,  dureza, resistencia a las inclemencias ambientales etc.
 Por lo tanto, el principal  objetivo de las cubiertas fue el harcer de las vasijas unos recipientes impermeables  aunque después, aprovecharon esta última fase, para añadir ornamentos y cambiar  a las piezas de aspecto.
 
 Cubierta es todo lo que cubre, aquello que ponemos  encima, y según las cualidades de la cubierta, taparemos o esconderemos aquello  que estamos cubrindo, según si éstas son transparentes u opacas. Por lo tanto  usaremos como cubiertas los barnices  y esmaltes.
  Antes de seguir adelante, hemos de aclarar estos dos términos que, en muchos casos,  y en la mayoría de los tratados cerámicos se confunden y se mezclan de manera  arbitraria, a saber:
El barniz.
conocido  también como "vidriado"  es un borosilicato de plomo, es decir un compuesto de boro, sílice y plomo.  El nombre de "vidriado" le viene dado por su parecido físico (su transparencia)  y químico sus componentes con el verdadero vidrio.
  Al  igual que el barniz es un borosilicato de plomo al que se le añade estaño. El  óxido de estaño modifica el barniz y lo transforma en esmalte,  confiriéndole la propiedad de hacerlo blanco y opaco tras la cocción, aunque la  blancura, se puede transformar agregándole otros óxidos o sustancias pigmentarias.
 No obstante, en la actualidad, todavía se  siguen usando las piezas sin esmaltar aprovechando su característica principal,  la porosidad,  sobre todo en recipientes para almacenamiento y consumo de agua, ya que los "cacharros"  usados para estos fines (botijos de barro blanco, botijas, cántaros etc.), que  están sin ningún tipo de cubierta, su materia, mantiene el poro totalmente abierto  por lo que, el agua contenida en tales recipientes, tiende a salir al exterior,  lo que hace que toda la superficie del "cacharro", siempre esté húmeda. Por acción  del calor o el aire, la humedad tiende a evaporarse. El fenómeno de la evaporación  produce una reducción de calor de la masa total del continente y del contenido,  por cuya razón, por mucho calor que haga, el agua de estos recipientes, siempre  se mantiene fresca. Y es por esto que, en esos días de calor, es conveniente dejar  estos recipientes, en las corrientes de aire para favorecer la evaporación.
Sobre pasta húmeda.
La decoración sobre la arcilla húmeda es sin duda la primera que se llevo a cabo  de manera inconsciente, y que sobre ella dejaban las huellas de los dedos los  primeros que fabricaron vasijas y objetos de barro.
 
 Es una técnica muy  utilizada que la emplean con asiduidad todos los alfareros. Consiste en hacer  incisiones con  cualquier útil o palillo, de modelar mientras el barro está todavía tierno  y la pieza sigue girando en el torno.
  
 
Otros  utilizan una plancha de madera o torneta  para colocar la pieza tierna y seguir trabajando la decoración de la misma, imprimiendo  estructuras, como el bordado de un encaje, una tela metálica o cualquier otro  tipo de textura. Incluso podremos emplear distintas formas recortadas en cartón  o chapa que aplicaremos sobre la pasta todavía húmeda ejerciendo una leve presión  con el fin de dejar impresa la figura en la pasta. Si en vez de la figura recortada,  empleásemos el negativo de la misma, el resultado sería de un relieve o repujado.  
 
  Otra técnica es la de hacer pequeños sellos planos o de rodillo, fabricados en  madera, metal, cerámica, yeso con dibujos grabados que se aplican mientras la  el barro o arcilla  está tierna. Cuando estos cuños se hacen de cerámica es preciso cocerla para su  posterior utilización.
 
 Es la hora de añadir asas, pies formas y todo  tipo de ornamentos. Con un poco de barbotina  se pueden pegar toda clase de motivos florales, animales, constumbristas, paisajistas  que, cuando alcance la dureza  de cuero repasaremos y puliremos adecuadamente. 
 Cuando la pieza ha perdido  parte de su humedad, se pueden utilizar cuños, rodillos etc. pueden ser de madera,  yeso o arcilla cocida, consiguiendo distintos tipos de grabados. En fin, que las  posibilidades son ilimitadas, !probad¡ todo aquello que se os ocurra.
Sobre pasta semi seca.
La arcilla alcanza la dureza  de cuero cuando pierde parte de su humedad y se vuelve lo suficientemente  dura como para aguantar, incisiones, cortes, biselados, raspados, perforaciones  etc. Otra forma sencilla de decoración en este estado es el pulido o satinado,  que consiste en frotar, la parte de la obra que se quiera satinar,  con un objeto liso y húmedo, hasta darle un aspecto brillante natural. Los resultados  con esta técnica de decoración son sorprendentes.
 
 Sobre estas superficies  existen enormes posibilidades si utilizamos los engobes  que, como quiera que es una técnica importante y en la que he estado investigando  y tratando de utilizarla de forma distinta a la forma tradicional, la trataremos  con algo más de profundidad en página aparte. 
 
 Otra técnica de engobe  muy particular es la denominada "Terra  sigillata". Este término se aplica a las cerámicas griegas y romanas con una  decoración en relieve, aunque, erróneamente, se ha empleado para referirse a otras  cerámicas griegas y etruscas con decoración en colores rojos y negros. 
 
  Existe una técnica para decorar sobre la textura "dureza  de cuero" conocida por el nombre de Mishima  en donde, mediante una rasqueta o cualquier otra herramienta, vaciamos un dibujo  hundiendo la figura que posteriormente rellenaremos con otra arcilla  de color contrastante. Este tipo de decoración resulta muy vistoso y agradable,  aunque si las arcillas usadas no tienen un coeficiente de dilatación muy igual,  existen problemas de desconchados, agrietados y roturas. Hay que tener en cuenta  que cuando se aplica la segunda pasta cerámica, la primera, ya ha sufrido un primer  proceso de secado, por lo que ha reducido un poco su tamaño.
 
 Para finalizar  este apartado mencionaremos la técnica de la cera líquida que, en líneas generales,  consiste en lo siguiente: Usando cera líquida de las que se usan para abrillantar  el suelo (en tiempos pretéritos se usaba la cera natural o cera virgen, aunque  tenía el inconveniente de estropear rápidamente los pinceles), se limitará una  zona o se realizará un dibujo con dicha sustancia. Posteriormente prodremos engobar  o esmaltar alrededor de tal forma que al cocerse la pieza, la cera se quema y  aparecerá el dibujo con el color y la textura de la pasta cerámica. También podemos  encerar una superficie de la pieza, esgrafiar un dibujo y rellenar las líneas  con engobe o esmaltes. Después coceremos y la cera se quemará y aparececiendo  el dibujo engobado o esmaltado.
Sobre cerámica cocida.
Decoración sobre arcilla seca cocida. Después de la primera cocción o bizcochado,  se procederá a la decoración usando colorantes, óxidos o esmaltes,  bien aplicados a pincel, por inmersión  o baño (1),  por vertido (2)  o mediante pulverización.  Hemos de tener en cuenta que no se pueden seguir los principios comunes para la  obtención de colores.
 
 Sobre la arcilla  seca, en principio, podemos aplicar dos formas: 
 
 1. Decoración bajo  cubierta, cuando decoramos por medio de colorantes u óxidos directamente sobre  la obra bizcochada y después, le añadimos una cubierta transparente o barniz.
  
 2. Decoración sobre cubierta, como su nombre indica la decoración  se efectúa encima de la cubierta definitiva, aunque se puede actuar de vari
as  formas:
  
 a) sobre cubierta
 en crudo (Sobre esmalte  crudo), es decir, aplicando los colorantes, óxidos o esmaltes, antes de la cocción  de la cubierta.
 
 b) sobre cubierta que ha sido cocida previamente (Sobre  esmalte cocido). Estos objetos, fabricados normalmente con pastas blancas, barnizados generalmente al estaño, se denomina de mayólica, destacando en esta escuela la  ciudad de Faenza (Italia).
 
  c) sobre cubierta que ha sido previamente cocida a medio fuego (Sobre esmalte  semicocido), es decir se somete la pieza, a la que se le ha aplicado una cubierta  (esmalte o barniz),  a una cocción de 400º a 600º C. para endurecer esta capa y facilitar el trabajo de decoración por medio de los óxidos o colorantes. 
 
 Hasta aquí, hemos  descrito brevemente las técnicas más usadas en la decoración cerámica, solamente  me queda citar la decoración que uso en el acabado de la mayor parte de mis obras  la técnica del rakú, pero como quiera que  es una técnica muy sugerente y atractivam vamos a dedicarle un espacio o página  en exclusiva.
Con sales metálicas.
La decoración con sales metálicas producen unos colores, muy vivos, limpios, profundos  y unos contornos difuminados, resultando las pinceladas de bordes más suaves debido  a que, parte de la sal metálica, se absorbe por las capas inferiores de la arcilla.
  
 El resultado final depende de varios factores, por ejemplo de la naturaleza  de la base, del grosor de la capa que hemos depositado, de la temperatura, de  la atmósfera del horno.
 
 Normalmente se usa como base un engobe blanco  y la temperatura de cocción se sitúa entre900 y 1100º C. Como quiera que resulta  difícil no dañar (lavar) los colores al barnizar el engobe,  será conveniente realizar una precocción para endurecer el engobe ya pintado a  una temperatura de alrededor de 600º C.
 
 También ha de advertirse que  la composición del barniz  que se emplee para cubrir el engobe  sea pobre en estaño o totalmente huérfano de este componente, en cambio debe ser  rico en calcio.
 
 Las sales metálicas, en realidad, son nitratos y cloruros  fácilmente solubles, empleando como elemento diluyente la glicerina.
Rakú.
Una de las técnicas decorativas usadas en cerámica es la denominada  Rakú. Se usó en las antiguas civilizaciones japonesa y china. En algunas fiestas  y reuniones sociales de cierto prestigio, después de fabricar unos recipientes  en forma de vaso (vasos y tazas de te), de pequeñas dimensiones, se decoraban  con oxidos y se efectuaba una monococción  en unos hornos de leña llamados "cestones".
La  combustión de las materias orgánicas produce una reacción química entre los gases  que desprende la combustión y el oxígeno del horno. Al ser un recipiente cerrado  y, al no encontrar suficiente oxígeno para que dicha combustión se produzca normalmente,  el carbono y demás gases liberados, tratarán de obtener el oxígeno necesario de  las fuentes más próximas y éstas serán las materias y sustancias que se hallen  en el interior del horno y, en consecuencia, reaccionarán químicamente tomando,  la mayor parte del oxígeno, de los óxidos con los que están decoradas las piezas.
El cambio químico originado por la pérdida de oxígeno se conoce con el nombre  de reducción (Rakú)  y, por su efecto, los materiales reducidos cambian de color formando unas irisaciones  metálicas. 
 
 El verdadero Rakú,  el que se practica siguiendo la tradición, en realidad, debe obtenerse con temperaturas  que oscilen entre 750º y 850º C, empleando arcilla roja común y/o arcilla para  loza, a las que se les añadirá entre un 25 y un 30% de chamota  o arena, esta última no es recomendable. Estas arcillas o pastas cerámicas deberan  trabajarse a mano, ya que, si utilizamos el torno, por su composición en chamota,  las citadas pastas se muestra demasiado abrasivas a la superficie de las manos.  Después de fabricadas las obras deberá procederse a su secado para posteriormente  bizcocharlas a una temperatura que oscilará entre 900º y 1000º, según la composición  del conjunto de la pasta que utilicemos. Una vez que todo el bizcoho se haya sacado  del horno y frío, procederemos a su barnizado empleando unos barnices  con un punto de fusión adecuado a la temperatura anteriormente mencionada, es  decir, entre 750º u 850º.
Es necesario aclarar que en un horno eléctrico, de atmósfera oxidante (ver  oxidación), es difícil producir una atmósfera reductora, por lo que es imprescindible  crear esas condiciones fuera del horno, en el momento que las piezas están incandescentes.  En mi caso cuando el horno ha alcanzado una temperatura entre 1000º y 1200º C,  según los materiales a reducir, con unas pinzas de hierro y debidamente protegido  con guantes aislantes, se procede a extraer las piezas del horno (figura 1) y  se entierra en serrín o cualquier otra materia orgánica que pueda provocar una  combustión, por ejemplo paja, (figura 2). Después de unos minutos, en los que  sobre la pieza existe una combustión importante, se introduce la placa en agua  fría para paralizar y finalizar este proceso. Más tarde habrá que limpiar los  residuos, de hollines y carbones, dejados por el fuego. 
 
 J.J. Navarro  en un artículo titulado: "Loco por las artes", publicado en "El Mundo", con fecha  20 de junio de 1996 decía: "Hacer cerámica es para un artista como crear mundos".  En esta creación intervienen muchos factores, unos sobre los que el hombre puede  influir directamente, como pueden ser las distintas pastas de barro, el secado  del mismo, la temperatura de las distintas cocciones, el tiempo cronológico etc.  y otros, sobre los que no puede ejercer ningún tipo de control, como el tiempo  atmosférico, el fuego y la atmósfera creada en el interior del horno, el azar  etc. Si a todo esto unimos la técnica (El Rakú), para crear estos mundos, habremos  de convenir que, en la finalización de la obra, intervienen de una manera determinante  la atmósfera del horno y el azar. 
 
 El principio es la idea y el barro.  Poco a poco las manos moldean la tierra informe y le añaden colores, óxidos y  pigmentos. Después la suerte está echada y son el azar y el tiempo los que condenan  o rubrican la acción de la mano en el ámbito secreto y ardiente del horno. El  arte es revelación y la cerámica es una profecía de la mente hecha realidad en  el horno.
Engobes
El engobe o "ingobbio" es una papilla, normalmente de pasta blanca, coloreada  con óxidos o colorantes disueltos en la misma que se aplica a una pieza cuando  se encuentra en la fase de dureza  de cuero. También existen engobes para aplicarse sobre el bizcochado. En el  caso que el engobe y la pasta sobre la que le aplicamos, no tuvieran el mismo  coeficiente de dilatación o encogimiento, se producirían descascarillados o grietas  tras la primera cocción, por lo tanto debemos tener en cuenta lo siguiente:
  
 a) Trataremos de conseguir una buena pasta blanca para engobes. Suele utilizarse  la greda. Si la arcilla  es poco grasa, el engobe,  tras la primera cocción, se descascarilla. Decimos que el engobe es demasiado  "grande". Para corregirlo, procederemos a añadir bentonita,  o una arcilla más grasa, hasta conseguir un equilibrio perfecto. Por el contrario,  si el engobe se agrieta,  es a consecuencia que la arcilla  es demasiado grasa y tiene un coeficiente de encogimiento o reducción más grande  que la pasta de engobe,  por lo que tenemos que añadir, a la arcilla, materias desengrasantes, como por  ejemplo feldespato,  chamota de grano  fino o creta.
  
 b) La pasta de engobe debe tener  suficiente opacidad para conseguir el color deseado.
 
 c) En el caso que  posteriormente pongamos una cubierta transparente (barniz),  debemos asegurarnos que mantenga una buena tolerancia entre ambos: engobe-barniz.
d) Los óxidos o colorantes disueltos, tienen que estar bien incorporados  en la pasta de engobe  para evitar posteriores disoluciones, en el caso que coloquemos posteriormente  una cubierta transparente.
 
 Como ejemplo valga la imagen anterior que  nos muestra el Arco de Arrebatacapas de la Villa de Atienza (Guadalajara).
  Es una placa de cerámica, que una vez trabajada se le aplicó una capa de engobe  y sobre la misma, se fueron superponiendo colorantes cerámicos y óxidos para conseguir  los distintos colores. Simplemente es un estudio sobre engobe que, para conocer  a fondo su comportamiento, habría que hacer distintas pruebas.
 
 Hay que  advertir, que algunas sustancias empleadas en cerámica son tóxicas y debemos manejarlas  con prudencia, sirva como ejemplo el óxido  de antimonio que resultan bastante tóxico.
Preparar un engobe.
En los engobes para cerámica de cocción hasta 1020º C., lo que conocemos como  cacharrería, usaremos como base, para preparar un engobe,  la greda y, como quiera  que la calidad de este tipo de pasta es muy variable, deberemos hacer unas cuantas  pruebas de secado y cocción con el fin de comprobar el ajuste entre las dos pastas  cerámicas, es decir conseguir que el coeficiente de dilatación esté lo más próximo  posible.
 
 Una vez conseguido daremos por finalizado el proceso de elaboración,  cosa que nos servirá para elaborar todos los demás engobes que vayamos a usar  utilizando las mismas pastas.
 
 El proceso es el siguiente: aplicaremos  una pequeña porción de engobe, que hayamos preparado, sobre una una pieza que  esté en dureza  de cuero, a la cual dejaremos secar y, si no se ha agrietado, la coceremos.  Si en el proceso de secado el engobe  se agrieta, es que el coeficiente de encogimiento es superior al de la pasta de  la pieza, por lo que tendremos que rectificarlo añadiéndole bentonita  o (Ball Clay).
  
 En el proceso de cocción también puede darse el caso que hemos descrito anteriormente  o por el contrario que se descascarille o salte, que el engobe  se desprenda de la pieza, en este caso decimos que, el engobe es demasiado grande  por lo que procederemos a la rectificación del mismo, añadiéndole feldespato  de cuarzo o creta.
Aplicar un engobe.
Formas de aplicar el engobe.
  Este técnica de decoración, también nos ofrece variadas posibilidades  de ejecutar un engobe  por ejemplo: mediante inmersión de la pieza, por regado, mediante salpicado utilizando  un pincel de cerdas duras, a pincel. 
 
 Tradicionalmente se empleaba una  técnica para decorar piezas cerámicas denominada de "asta" que consistía en utilizar  un asta de vacuno en la que, en su extremo más delgado había sido cortada y se  le había incorporado un corcho con un tubo más o menos delgado por el que fluía  la pasta del engobe, calibrando la cantidad de pasta, mediante la inclinación  que daban a esta herramienta.
 
 En la actualidad, esta herramienta, se  ha sustituido por una "perilla de goma" de las que se usan en la práctica sanitaria,  para la aplicación de enemas. Con la utilización de esta última, tenemos la ventaja  sobre el "asta", de ejercer un major control y regular con mayor precisión la  cantidad de engobe que queremos aplicar, ejerción mayor o menor presión sobre  la cabeza de la goma.
 
 La técnica del esgrafiado  sobre engobe, consiste  en raspar, con cualquier tipo de útil o herramienta, la capa de engobe,  hasta llegar a la capa original, pudiéndose ejecutar dibujos de bella factura.
 
Fuente:  todaCultura